Me encantaba pasar el tiempo con Kapitu. Era, sin duda, mi mejor amigo. Siempre estaba allí cuando lo necesitaba y rara era la vez que me aburría a su lado.
Por lo general siempre nos veíamos en mi habitación. A mis padres no les hacía mucha gracia, pero tenían que respetarme, al fin y al cabo, no estábamos haciendo nada malo. Casi todos los días solíamos inventarnos juegos imaginarios, de lo más originales e inéditos, aunque lo que más nos gustaba era contarnos historias. A veces nos leíamos relatos de los libros que me traía mi tío Carlos de sus numerosos viajes: "Cuentos de brujas del Este", "Fantasmas solitarios", "Elfos Escoceses".... Otras veces, entre los dos, improvisábamos inventando cuentos, siempre de temática fantástica. Cuando Kapitu estaba a mi lado, el tiempo pasaba velozmente y la voz de mi madre siempre dejaba alguna historia por la mitad.
-¡Sandra, la cena se te quedará fría!.
Las despedidas con Kapitu no eran nada tristes porque yo sabía que podía contar con él en cualquier momento, Kapitu era un amigo de los de verdad.
Que Kapitu fuera mi preferido no significa que no jugara con más amigos. Manolo y Germán también venían siempre que podían. Con ellos no solía leer ni inventar historias. Preferían jugar antes que hacer cualquier otra cosa, por lo que también eran muy divertidos. A veces quedaba con los tres y nos lo pasábamos genial. Nos gustaba saltar sobre la cama hasta que, cansados y sudorosos, nos dejábamos caer iniciando una prolongada y entretenida conversación.
-¡A comer Sandra!.- (Mi madre gritó desde la cocina como de costumbre).
Era un sábado y mi madre se volvió loca, ni la entendía ni me entendía. Estaba más nerviosa que nunca, y gritaba.
-¿Se puede saber por qué has bajado la persiana de tu habitación y has cerrado la puerta?- me preguntó irritada.
-Estaba con Kapitu y lo dejé echándose la siesta- Le respondí.
-¿Ya estamos?, ¡estoy harta Sandra, pero que muy harta!- El tono de voz era serio y contundente. Yo no entendía nada, no sabía porque les molestaba tanto que Kapitu estuviera conmigo.
Miré a mi padre. Él no hablaba pero si que se mantenía serio.
-¡Papá, pero si no he hecho nada malo!- Le dije con lágrimas en los ojos.
-Tendrás que olvidarte de Kapitu cariño.- Me dijo éste a la vez que mi madre daba gritos enfurecidos.
Me pasé todo el día llorando y sin ganas de nada. A partir de ese momento Kapitu pasó a ser un amigo clandestino. Mis padres no podían enterarse de los encuentros en mi habitación y yo tendría que poner todo el cuidado para que ellos no se enfadaran.
Pocos días después de ese nefasto sábado, mis padres me dieron una noticia que me hizo llorar aún más: tenía que ir a un médico, más en concreto a un psicólogo.
Me dijeron que me ayudaría y que no me haría nada malo. El simple hecho de que un hombre con bata blanca se pusiera en frente de mí, me puso muy nerviosa, pero la realidad no fue tan mala como esperaba. El hombre, un tal Doctor Pedro Idulgo, ni me tocó, ni si quiera me preguntó. Tan solo mantuvo una pequeña conversación con mis padres y finalizó con unas palabras que me hicieron muy feliz:
-Señores, Sandra no tiene ningún problema. Lo de Kapitu es lo más normal del mundo, está en la edad y tienen que asimilarlo como algo más en el espacio vital de su hija.
Yo sonreí y a mis padres les cambió la cara. Se les veía más relajados.
-Muchas gracias Doctor Idulgo- Dijo mi madre cuando salíamos de la consulta.
-De nada señores y tú, Sandra, da recuerdos a Kapitu.- El hombre de la bata blanca me hizo un guiño.-Al entrar a la taberna, me asombré del peculiar ambiente: brujas, gnomos, hadas, elfos, y pintorescos personajes y criaturas se entremezclaban con tigres de bengala, alces, asnos, centauros, panteras, monos y más animales a los que no....
-¡Sandra, la mesa está puesta! -Mi madre interrumpió en lo mejor de un relato que leía a Kapitu. Manolo y Germán estaban dormidos sobre mi cama arropados con uno de mis calcetines.
-¡Estoy acabando de leer una historia a Kapitu, ahora voy! -Dije enérgicamente a mi madre.
Kapitu, sobre mis piernas, me miraba fijamente con sus pequeños ojos, asombrado por la historia que le estaba contando. Miré a través de la ventana y la nieve seguía cayendo. No soy capaz de explicar lo feliz que me sentía con mis tres amigos.
La brillante fruta
Hace 5 semanas
27 comentarios:
Basado en hechos reales, este pequeño relato resume la entrañable historia entre Sandra y su amigo Kapitu.
De una u otra forma, todos hemos tenido, o seguimos teniendo, algún amigo como Kapitu. Ya lo creo.
hola!al fin ...esperaba una nueva historia...
esta es muy buena...ayuda a vivir feliz un amigo como Kapitu...
me encanta como escribes...
hazlo más seguido....
gracias por compartir...
besos.
silvia cloud
No tengo palabras, Miguel.
El día que publiques un libro con todos estos relatos, junto con los que vendrán, espero que me dediques el que me compre...
Que passsa!!!
No sabes la de veces que me he pasado y me he cagado en todo por no tener una historia nueva que leer.
Y que criticar. Ya sabes que me mola hacerlo. Creo que eres un buen escritor y me gustaría que yo te hiciera mejorar. No porque compartas mi opinion, pero sí porque de todas las cosas que te diga, igual alguna te sirve. Te parecerá extraño, pero internet me da la oportunidad de decir lo que realmente pienso. No quiero ofenderte y quiero que quede claro que tan sólo es la opinion de un aficionado a la lectura.
Creo que a tus dos últimos relatos les falta potencia. Quiero decir, sí, cuentas historias que están bien, pero en un formato (joder que pedante estoy quedando pero no puedo evitarlo) muy corto, y por eso mismo creo que debería haber una traca por algún lado. Sandra no tiene ningún conflicto grave y creo que eso es esencial para que algo emocione. Y de eso se trata, creo. De emocionar. Supongo que estarás de acuerdo. Yo creo que los personajes tienen que superar dificultades (o no, si es una historia trágica) pero tiene que haberlas. Porque así el sentimiento de identificación con el prota (para mí, la madre del cordero) es mucho más emocionante.
Ahora las cosas buenas, jeje.
Escribes muy bien, tienes sentido del ritmo y empleas la primera persona, que eso no es bueno por si mismo, pero a mí me encanta porque da sensación de importancia y verosimilitud. Tienes muchísima imaginacion como demuestra la diversísima cantidad de temas diferentes que tratas(aunque la fantasía casi siempre ronda por ahí). Por último, la peña te sigue y se emociona, por lo que leo en los comentarios y yo, a veces, también y eso es muchísimo más que lo que consiguen la mayoría de las páginas que leo.
Bueno ya está. Espero no haberte ofendido, recuerda que es sólo mi opinión y que si te critico es por que creo que puedes ser todavía mejor.
Un abrazo.
hostia, como me he flipado no? esto demuestra mi interés hacia tu obra.
Las niñas que tienen amigos Kapitus no son raras, son remonas, con gafas de mentira, máquinas de chicle de bolas de colores y mantas de lanas de mil colores. y tienen un gato de ojos verdes que les cuenta cuentos, y las hace felices.
o así me las imagino yo...
QT
..y yo?
A Javi tb concido como 'el pulgas': Javi, tus pulgas no pican, sanan. Creo que le haces un gran favor, y no creo que Miguel se enfade. De hecho, comparto tu opinión de la A a la Z. Adelante los dos pues.
Yo no tuve nunca un Kapitu, yo fui un día Kapitu. Miguel, creo que deberías contar mi historia. ¿Te imaginas como hubiese sido el relato? Propongo acercarse al abismo, y dejarse vencer por el sueño.
No dejas de sorprender. Eres un artista en el sentido literal de la palabra. Lo has demostrado siempre con la música, también me gustó tu corto y ahora escribiendo. Disfrutas con ello y haces disfrutar. Enhorabuena
Gran Germán!!!
Germán creo que juega un papel importante en la historia, incluso más que Manolo...
creo que si no fuera por él la historia hubiera sido completamente diferente.
saludos a todos
Enhorabuena Gonza, escribes que da gusto.
Me ha dado rabia que me había perdido alguna historia de antes y es porque creo que has quitado el "rss" que tenías antes en el blog y el lector de blogs que utilizo no se me había actualizado indicándome que había una entrada nueva. ¿Lo has quitado por algo? Vuelve a ponerlo anda!!!
Hola, Miguel, he leido con atención el relato de Sandra con su amigo ideal, Kapitu, veo en el una imaginación producto de la edad de los dos protagonistas enfrentados a la cruda realidad de sus mayores, exceptuando al psicologo experto en la mentalidad infantil. Pobre Sandra y su amigo Kapitu, este mundo materialista vulgar no está hecho para esa ensoñaciones, hay que darles tiempo a que sean mayores y crezcan en el absurdo de esta vida cotidiana que nos ha tocado vivir. Saludos. Pichón.
Yo no recuerdo haber tenido ningún amigo imaginario en la infancia, pero sí que tengo un vago recuerdo de "seres", como si fueran "Los diminutos" c,on los que a veces jugaba. . .
Me ha gustado tu relato.
Un saludo
como llego usted al grupo robin Wood?
ya voy por el capitulo de kapitu.
Kapitu es ese que te apoya cuando más lo necesitas, y que está, pero o está.
Un saludo.
Que gusto literario. Me encanta, es fabuloso.
No dejes nunca de escribir.
Pues a mí también me gusta opinar de la obra de otros XD, aunque no tengo criterio, solo opinión.
Me ha gustado mucho el relato, tanto en la forma como en el contenido, y discrepo levemente con algunas de las opiniones que se han dicho aquí (que suerte tienes de que tengas gentes que le preocupen tanto tus relatos como para molestarse en decirte algo y no simplemente pasar). Creo que la forma de escribir depende de lo que quieras hacer con ellos. Los consejos que te han dado, me parecen más apropiados para otro tipo de trabajo, yo creo que aquí escribes por gusto y por lo tanto te tomas las libertades que quieras.
No creo que necesite más fuerza, más conflicto, porque sino dejaría de ser la historia que quieres contar y como quieres contarla.
En "Velatorium" ya puse algo que no me gustó, pero aqui me parece todo perfecto.
Gracias por pasarte por mi blog, espero que lo disfrutes.
Yo no tuve amigos imaginarios, pero mi hijo tiene uno, y me encanta, dice que es un ser de unos veinte centimetros que se llama Kanu y que he de cogerselo en ocasiones y ponerlo en mi hombro para pòder vestirle, mi hijo tiene cuatro años.
los kapitu pueden retrotraer bnales melancolias. los otros 2 no.
Algunas veces podemos ser más felices sólo teniendo fuertes valuartes... y sin nada más.
Saludos!
A veces, aún siendo mayores, todos necesitamos a Kapitu... y muchas veces no recurrimos a él porque hemos perdido parte de esa inocencia que solo la infancia tiene...
tio, escribí hace algún tiempo una historia en el blog, la entrada se llama ¿POr qué no me dijiste nada? Me encantaría que la leyeras y me pusieras todas las cosas que no te han molado y las que sí, of course.
un abrazo!
Te he leído cosas geniales, y para llegar a ellas a veces hay que escribir sin más.
Un saludo.
:)
Curioso desdoblamiento en Sandra.
Todos alguna vez hemos tenido un kapitu.
Un saludote
Me encantó...Sandra y Kapitu deberían tener su propio comics, excelente tu relato...EXCELENTE TU BLOG. Abrazos y gracias por visitar mi blog.
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