-Perdona, ¿por qué me miras? ¿Tengo monos en la cara?, ¡Pero que vergüenza de juventud!, ¡Que poca educación!...
La puerta se cerró de un portazo. De lejos se oía como la mujer se alejaba vociferando contra mí.
Fueron unos incómodos cruces de miradas. Lo más normal en una sala de espera. La tenía de frente y sus ojos ya me miraban cuando yo la visualicé.
No supe que hacer ante lo ocurrido, me quedé molesto y avergonzado. Las otras tres personas que estaban en la sala no abrieron la boca.
Minutos después, otra mujer de las que estaban en la sala, me miraba, y claro; si me estaba mirando es porque yo la estaba mirando. De repente, del mismo modo que la anterior, se levantó de la silla:
-¿Nunca has visto a una mujer descerebrado?, ¡Gente como tú sobra en esta vida!
Yo la observaba atónito...
-¿Y todavía sigues mirándome?, ¡Maldita sea tu estampa!
Ésta Salió de la sala insultándome, sin parar de hablar, sin darme oportunidad de poder decir nada.
No entendía la extraña actitud de estas mujeres. Yo no hacía nada raro, nada que pudiera llegar a ponerlas en ese estado de nervios.
En la sala quedaban dos mujeres. Una guapa pelirroja que me llamó la atención en el momento en que entré en la sala y otra mujer algo más madura, tendría unos 40 años y de pelo blanco como la nieve.
No podía mirarlas, me sentía acobardado y casi seguro de que si lo hacía se repetiría una situación similar a las anteriores.
Deseaba que llegara mi turno. El reloj casi no se movía y yo seguía alterado y conmovido por lo sucedido. Incisivos, caninos, premolares y molares....así me lo aprendí yo, procuré no dejar de mirar un aburrido póster que mostraba los diferentes tipos de dientes.
Hice todo lo posible por no mirar a la joven pelirroja del vestido amarillo. Ésta empezó a toser y hacer ruidos con la garganta. Fue medio segundo, el rabillo del ojo buscó a la joven de una manera casi inconsciente y esta estalló como las anteriores:
-¡Pervertido! ¿Por qué me miras?
La grave voz de esa joven no correspondía con su aspecto delicado. Su bolso se cayó al suelo, pero ella lo ignoraba todo, se le marcaban las venas, me gritaba cada vez más fuerte:
-¡Estoy harta de la gentuza como tú! ¡No tenéis vergüenza!
-¡Eres un hijo de puta y mereces estar muerto!
Salió de la sala atormentada, herida e insultándome. El portazo fue más sonoro que las anteriores veces, haciendo temblar la sala de espera.
Yo no sabía qué estaba pasando. Sin mirarla a los ojos, me dirigí hacia la única mujer que quedaba, la mujer de pelo blanco:
-Perdone, ¿qué está ocurriendo?
La mujer me ignoraba y la pregunté de nuevo mientras miraba a los dientes del póster:
-¿Sabe usted lo que está ocurriendo aquí?
De repente se abrió la puerta de la consulta y salió un hombre trajeado:
-Es suficiente señora Margaret.
La mujer de pelo blanco se levantó de su silla y salió de la sala de espera sin decir nada.
-Marcos Cañadas Gómez, ¿me acompaña por favor?
Yo me levanté de mi sitio y entré en la consulta. Este lugar no se parecía nada a una clínica dental. Cuatro hombres trajeados sentados en sillas me saludaron. Allí había varias televisiones, ordenadores y equipos de sonido. No entendía nada y me decidí a preguntar algo asustado:
-¿Que es todo esto?, yo solo quería empastarme una muela...
El hombre que me mandó pasar me interrumpió con voz firme:
-Marcos Cañadas Gómez, acaba de colaborar involuntariamente en un Estudio psicológico denominado "IRH-FR560" o lo que es lo mismo "Investigación de Reacciones Humanas-FR560". Ha sido filmado en primeros planos con varias cámaras de última generación desde diferentes ángulos. Éstas imágenes serán tratadas sofisticadamente para conseguir un resultado óptimo y para que su colaboración haya resultado lo más fructuosa posible. En cualquier caso le damos las gracias por su paciencia y le pongo en conocimiento de que ante esta incómoda situación tiene dos opciones, dos caminos o dos posibilidades....llámelo como quiera. La primera opción es tomar este donativo económico que le muestro y olvidarse de lo ocurrido. La otra posibilidad es denunciar ante la justicia este hecho. Somos conscientes de que ha sido víctima de una violación psicológica en toda regla, también sabemos que sus derechos de intimidad han sido quebrantados y que ha sido humillado recibiendo insultos de toda clase, usted decide y tiene derecho a tomar la decisión que crea oportuna, nosotros lo respetaremos.
Automáticamente, quizás por el color verde de los billetes del sobre que me enseñaron o quizás por los nervios de ese extraño momento, cogí el dinero y salí de allí escopetado. Los hombres me despidieron tan amables y yo no pude abrir la boca.
Pocos días después me dirigí a la policía, contraté un abogado y puse varias denuncias. Todas ellas en vano. En la clínica Dental "Boca Abierta", el Doctor Jiménez no sabía de lo que estaba hablando, nadie sabía nada.
Ha pasado el tiempo y creo que últimamente lo estoy haciendo mejor. Poco a poco voy mirando a la gente....pero eso sí, poco a poco.
La brillante fruta
Hace 5 semanas
15 comentarios:
Hace ya muchos años que conozco a Marcos Cañadas. Me contó esta historia tomando un té en un pequeño bar de Malasaña y quedé realmente impresionado. Cuando pienso en esta realidad, en esta lotería... se me ponen los pelos de punta. Tened cuidado amigos.
¿Es el Marcos que conozco yo también?????qué fuerte!! por eso no me miraba...y yo pensando qué era un borde!
Muy bien narrado.
¿Me estais diciendo que esto ocurrió de verdad?
Como siempre: relato sorprendente de gonzalo. Según vas leyendo, te vas preguntando ¿¿que ostiass pasaa??? lo que hace que sean buenas historias, que te mantienen en vilo durante todo el relato.
Congratulations!!!
A ver si tenemos relatos más a menudo. Bueno "poco a poco".. jeje..
Muy buen realto Gonza. Me ha gustado mucho y me ha sorprendido la violencia psicológica. Digo lo que mi compañero Ortega: ¿esto ocurrió de verdad? Es desconcertante...
Muy bien Gonza, trabaja tu estilo resolutivo, eres un crack.
¿Por qué seta vez no nos has avisado al móvil?
Magnifico relato, ya se estaba hechando en falta actividad en el blog. Saludos!
Pensaba que era ficción, pero al leer tu comentario, me he quedado de piedra...
Una de las cosas que más miedo me dan es ir al dentista, pero ya si me pasa algo como esto... no sé lo que haría en ese momento, pero lo que ahora pienso es que me pondría a berrear hasta que alguien llamase a la policía y una vez allí y con las pruebas delante de sus narices ¡vaya si denucio! (Aunque bueno... eso lo digo ahora, después de saber lo que hizo el protagonista y claro, no vale...) :P
P.D. He llegado hasta aquí desde el e-mail que me mandaste al haber leído mi blog de Cuentos. Ahora, con tu permiso, voy a agregar tu blog a la lista de indispensables (para seguir leyéndote) y a continuar con los demás cuentos.
Un besote y gracias por traerme hasta aquí!
Diferente. El final me recordaba a Gran Hermano: primeros planos analizando la reacción de la gente ante situaciones inesperadas.
Buenísimo.
Fuerte abrazo.
¡Sorprendente! Me alegro de haber conocido tu blog y gracias por tu visita al mío. Te enlazo.
Joder. . .yo también pensaba que era ficción. Solo puedo decir una cosa: INCREIBLE!! . . menuda situación!!
Saludos
Estudio odontologia. Me ha hecho gracia la imagen de este post jejejeje
Por casualidad llegué hasta aquí, y conscientemente me quedaré. Con tu permiso.
Un beso!
XD
Muy divertido, y más si es que es real. Me hace gracia porque es algo común, la gente tiene miedo de mirar a otras personas y es visto como algo de mala educación.
Es curioso como siempre apartamos la mirada cuando nos miran, pero cuando miramos nosotros son otros los que la apartan XD.
Paranoia o surrealismo real? En cualquiera de los dos casos el resultado es terrible. Imagina entonces no un dia en la consulta de un dentista sino años en un país que constituye un experimento a gran escala...pavoroso
Publicar un comentario